Hace muchos años, cuando aún era un chaval imberbe y mi mundo se componía de una familia maravillosa y unos amigos para siempre que duraron hasta que el tiempo los sustituyó por otros, gran parte de mi vida consistía en aquel aparato de televisión Phillips Botón Verde en Color, sin mando a distancia y con dos canales nacionales —la "Primera Cadena" y la "Segunda Cadena"—, además de las interferencias de otro marroquí, al que bautizamos "Los Moros" (me reservo mencionar los calificativos que le proferíamos a ese canal de marras cada vez que queríamos ver un programa y de pronto nos encontrábamos, llenos de pánico e indignación, viendo cómo "se metían 'Los Moros'": se solapaban las imágenes de ambos canales, pero el dominante eran los versos del Corán o los bailes regionales y otras lindezas marroquíes; mi madre se quejaba de que no se entendían ni las letras, que eran como garabatos, pero con estilo).
Recuerdo que por aquel entonces comenzaron a emitir una serie que se ha hecho mítica con el tiempo y que a mí me enganchó desde el primer episodio: "Aquellos Maravillosos Años" (en inglés "The Wonder Years"). Comenzaba con la grandiosa voz de Joe Cocker entonando casi a capella los primeros versos de "With A Little Help From My Friends" (nunca fueron los Beatles versionados de manera tan prodigiosa), que daba paso al episodio correspondiente: una voz en off —que era la del personaje principal ya de adulto y al que nunca llegamos a ver— introducía la historia, que narraba sus peripecias durante su infancia en los Estados Unidos de los años sesenta. “Cuéntame Cómo Pasó” es la versión española, y Carlitos Alcántara (de niño) un clon del protagonista norteamericano (si no recuerdo mal, se llamaba Kevin Arnold).
Lo que hoy ya no me parece tan maravilloso, aunque sea “ley de vida”, es que por aquel entonces yo me identificaba con las vivencias de Kevin: sabía lo que sentía, por qué hacía lo que hacía, compartía su visión del mundo adulto y su rebeldía ante la ducha de agua fría que se te venía encima al pasar de la infancia a la adolescencia. Hoy, sin embargo, al que presto atención es al Carlitos adulto, al de la voz en off de “Cuéntame”.
Yo también me he hecho adulto de pronto y sigo manteniendo vivos infinidad de recuerdos y vivencias que parecen que ocurrieron ayer y se me olvida que son de... Bueno, de anteayer, como poco.
Hoy mismo, mi maravillosa esposa, un poco más joven que yo, aunque muchísimo más inteligente y hermosa, me hizo sentir ese deja vu, ese regreso al pasado por unos instantes, al soltarme una de esas frases que usaban mis mayores y que tantísima rabia me daban cuando me las decían siendo yo niño. Me refiero a aquellas maravillosas frases que zanjaban rabietas o caprichos, que te mandaban a la mierda con todo el cariño del mundo y que (al menos yo) juramos no decirle nunca a nuestros hijos e hijas. Si naciste en mi época (o en un pueblo) sabrás a qué me refiero.
Y lo que son las cosas, hoy estoy aquí para recordarlas, sin ánimo de recopilarlas o ir más allá de pasar un buen rato rescatándolas poco a poco de mi memoria. Mi intención, no sé si realista o fruto de un momento nostálgico, es traerlas aquí cada cierto tiempo y comentarlas y dejar que quien se pase por aquí disfrute también de ese ligero viaje al pasado o las descubra en su presente.
Si después de toda esta parrafada, querido lector o lectora, sientes que estás un poco aburrido o aburrida, déjame decirte lo que me dijo mi esposa, y con ello verás si acudirás a nuestra próxima cita:
“¿Estás aburrido? ¡Pues métete en agua!“
Enlace a "La Tele de Tu Vida"; TVE resume el contenido de "Aquellos Maravillosos Años"
Enlace a "La Tele de Tu Vida"; TVE resume el contenido de "Aquellos Maravillosos Años"
No hay comentarios:
Publicar un comentario